Sunday, July 23, 2006

Larry Cabulba dilucida acerca de una profecía


«…si tan sólo mi cabeza se vaciara y pudiera borrar todo lo que hasta ahora me ha sucedido. No me importaría empezar a vivir desde esta edad con tal de olvidarlo todo. No importaría aprender a caminar, a hablar, a leer y a escribir de nuevo. Ya sé, ensuciaría mi ropa, defecaría libremente, lloraría a rienda suelta, me orinaría sin sentirlo, gatearía, etc., como parte del debido proceso, y sí, me importaría poco con tal de no saber nada, de no sentir nada, de no recordar nada. Todo volvería a ser interesante y mi espíritu lo captaría mejor puesto que su contaminación todavía sería insignificante. Pensar que desconocería a quienes ahora conozco es la mayor excitación de esta utopía; sin olvidar, claro, las ganas de que algún día se cumpliera este deseo...

...ya grandecito, saldría a la calle a burlarme del mundo. Entraría a los templos a rascarme con desesperación la cabeza, prolífico huerto de menuda y sucia greña, y me pasearía por los parques riéndome conmigo mismo mientras escupo mis excesos de baba y de saliva. Esos rostros civilizados me incitarían a descubrir el remordimiento y la inquietud de ser simples monigotes con el porvenir falseado. Todos, mártires de un leve pánico autosugestivo, sospecharían el escondite de un posible cuchillo o de un palo de escoba —histórico simulacro de un sable o de una espada—, debajo de mi saco, y se harían la idea de una peligrosidad latente con cada uno de mis pasos. En fin, huirían de mí al instante...

...lo más gracioso es que la única prueba de existencia para mí la tendría mi pensamiento desvariado, fuera de contexto, infantil y despreocupado. El resto sólo serían figuras, allí, sentadas o de un lado para otro, moviendo sus extremidades y vistiéndose con ropa para diferenciarse. Entrando y saliendo de un sitio determinado y relacionándose, según intereses, según conveniencias. Yo caminaría sin rumbo fijo, desequilibrado por las luces y los ruidos. No habría necesidad de ir a ninguna parte, y menos con una mirada tan perdida como la que me provocarían. Los conceptos de cielo y paraíso tendrían más sentido y dejarían de ser tan convencionales, sin duda. Adiós a ese contacto viciado, a esos hervores de personalidad e importancia, a ese motor que nos impulsa hacia emociones hilvanadas por el fastidio de la propia vida. Adiós a la manía de situarse en un espacio y en un tiempo...

...seguro de no haber tropezado con el deseo de adherirme a alguien del resto, pronto me rehusaría a escucharlos, a comprender lo que ni siquiera hemos comprendido, a darle un uso a mi memoria. Vos estarías con ellos, te asomarías frente a mí para gestualizar lo decepcionante que soy o para reírte de mi pragmática manera de remar contra corriente llamando la atención de los peatones. Indignada, no dudarías en echarme en cara mi inmadurez y mi escapismo. Pero yo no tendría ni la mínima intención de reconocerte; tampoco podría, si quisiera. Niño, disfrutaría la omisión del tener que y del deber pasando mi larga lengua por la aspereza de mi podrida dentadura y gritaría sin temor de nada, sabiendo (intuyendo) que no habría de qué arrepentirse, pasando cerca de vos con mi tufo, mi comezón y mis zapatos hechos pedazos...

...¿quién podría entonces explicarle algo al resto de los considerados “semejantes”? De ser lo que son para mí, pasarían a irrefutables espectadores. Y nada me alegraría más como oírlos alejarse de sus asientos y largarse a asumir sus roles y a mentalizarse con un ¡Dios nos libre!, o bien, haciendo caso omiso de lo presenciado. (Los he observado y los conozco tan bien; de allí que codicie olvidarlos.) Pero la debilidad es inmanente y en cualquier momento brotarían los cuestionamientos y las dudas. Yo andaría deambulando en pleno corazón de madrugada, libre, aprendiz de la nada; mientras el resto estaría domesticando su conciencia, sobornándola con farsas impensables y evitando los embrollos recurrentes. Imposible. Hoy sé que es imposible. La hiperactividad tampoco es la salida; lo digo porque estoy seguro de que también acudirían a ella con tal de matar el tiempo que los acosa, con tal de no saber de mí ni de mi acoso...

...algún día, no sé cuándo, me tomaré la molestia de invadir el espacio destinado para sus caballos blancos y descuartizaré, tan lúcido y lúdico como un criminal incorregible, a cada bestia, hasta que no quede más que crines y estiércol ensangrentados…»

De Ratario (Conmemoración de los posibles días) © Rafael Romero, 2004

Sunday, July 09, 2006

take the money and run


siempre. la transición y eso. lo crucial. lo decisivo. la antiterapia de la vida. ahora frases cortas. cohetillos. reducidos petardos alfabéticos. el fluido misterioso de la prosa y el abandono momentáneo de los versos. soy yo. esto. aquí. tan vulnerable como una herida abierta, como un cadáver bellamente expuesto en la intemperie. así ha sido. se filtra la tristeza en mí con su cíclico proceso, con su método mareante cada vez que intento unir mis párpados cansados. estoy aquí, atareado, tratando de salirme de este cuerpo. algún día podré alejarme de tus pasos. algún día habré de liberarme. no te estoy culpando. te condeno de por vida.

yo soy: anagrama narcisista. (también hay que reírse un poco).

vuelvo aquí. el limbo de mis años más inquietos me contiene. conozco bien sus calles; ésta, por ejemplo, la recorrí mil veces, agobiado por las despedidas. despedirse. desatar malditamente el nudo. ¿Por qué no un nudo ciego? la hora para contenerse va acercándose a paso de asesino impío. ansío que la transición no tarde tanto, que duela más que nadie, que la transfiguración sea agilizada por el estuco lagrimal que todavía llevo encima.

es o no sé: anagrama dubitativo. (sigamos).

mi estado se convierte en alabanza, en subjetiva letanía en contra de los hechos que suceden para disgregarme. el no saber qué hacer me inclina a lo de las evocaciones: presentes, futuras. no hay prejuicios, tampoco pretensión y menos sentimentalismo. es la fiebre de lo triste. la gente solitaria vive más para contárselo a los muros, para cantárselo a los gusanos. la gente que ha vivido de ascensor en ascensor, abovedada, presa de los altibajos. otra vez. la piel se eriza. signos y señales. dolor en todas partes. espíritu volátil vapuleado. irraciocinio. corazón. babeante golondrina en su pantano. vivir en busca de una mísera palabra, de un bocado de atención, de un simple gesto. pero no. aquí, patéticamente así y más que eso.

oye, tú… sí, tú… si algún día lees esto, acuérdate de la esperanza and take the money and run.

Friday, July 07, 2006

asciendes con el viento (in memoriam)


no quieren despedirte todavía
pero el cielo te reclama
entrégale a tu ángel esos ojos
y abandónanos un poco

llevo adentro la cadencia
de tus últimas palabras
y este nudo en la garganta
que me impide repetirlas

no, no Rebeca, no quiero hacerlo
no voy a blasfemar tampoco
a la vida hay que tratarla
como si en verdad valiera tanto

perenne entonces la catarsis
y los rostros que se funden
en un manto de perpleja sintonía
mientras el umbral aguarda

que cada una de mis letras
caigan y se estrujen con la fuerza
que te mantuvo asida a Esto
a donde más se te necesitaba

despacio…
¿oyes?
el viento...
se acerca
cerca
ahí
ya