Tuesday, December 20, 2005

momentum


Ella me llevaba de la mano.

Corríamos.

De sus ojos brotaban gotas de esperma.

Lo supe por el olor.

En el parque había dos o tres cerdos degollados descansando sobre la fuente del centro.

Ella los saludó con una reverencia y me cargó con sus brazos.

Su rostro ahora era un espejo y pude verme reflejado.

Yo era una niña y no parecía estar asustada.

Ella, con tristeza en su cara desnuda, me dijo que ya no me necesitaba y me lanzó a la fuente de
los cerdos degollados.

Quise salir de allí enseguida, pero no pude.

Me habían crecido senos en forma de berenjenas, y pesaban.

Adentro, junto a mí y a mis senos, flotaban las cabezas de los cerdos.

Una de ellas me pidió que la amamantase.

Lo hice.

De mis senos brotaba también el esperma.

Sentí una angustia enorme al pensar que pronto vendrían las otras dos cabezas y no me alcanzaría el esperma para amamantarlas.

Saturday, December 17, 2005

despedida de esperanza


Mi estado de ánimo en nada se diferencia a un trapo mojado y olvidado en un rincón de la cocina /Apreciar, tan sólo apreciar algo que no parezca desalentador es un nimio regalo divino /Orfandad espiritual, orfandad sentimental / No hay muchos trechos que llenen mis raquíticas expectativas; antes recias, hoy desnutridas / Esperar algo es apuñalarse un poco más y abrir la herida / Un poco más de tribulación y qué diablos, ya debería estar acostumbrado / Constatar que la vida es tan lógica e ilógica a la vez, acarrea tanta desilusión como molestias / El tiempo se ha puesto a la defensiva y matarlo ya no es cosa de adolescente deprimido: hay consecuencias, inseguridades, arrepentimientos / Constatar también que he sido abandonado; que siempre he estado abandonado y a merced de lo que vaya ocurriendo, complica más la historia: hace que el veneno se concentre adentro y se coagule para conservarse / Me siento abandonado y solo / La suerte no ha corrido mucho por aquí estos días: los días de mi vida / Los días para arrancarse un hueso, lamerlo un poco y luego subastarlo / Seguramente no sucederá nada, como se supone / Los ánimos seguirán en plan submarino / ¿Y yo? / Pues nada, por aquí, erecto, inguinal, perturbadoramente tierno, con cara de rostro y con una sonrisota de payaso epiléptico, esperando la caída del maná y la muerte de quienes me rodean.

Friday, October 21, 2005

esencialmente


Lo haré
Dejaré que el poco orín que brote
Sucumba
En mi garganta

Abre tu estación
Intenta que tu flor se extienda
Y penda
Del hermoso gozne

Abre el tiempo
Que gotee en mi procaz memoria
Haz que llore
Aquí en mi pecho

Yo lo haré
Dejaré que tu intención se cumpla
Y que mi sed
No influya en nada

Tuesday, October 18, 2005

de lo estéril


la migraña,
el achaque inoportuno de aridez y redundancias…

a empacar un lapso de solaz
se apura el Tiempo…

sin nada ya que construir
se van las musas a sus astros a mecerse eternamente

el querer abandonarse pronto
se convierte en paliativo
de olvidarse de las cuerdas,
de los nexos, de las mil amarras
que nos instan a quedarnos
con nosotros mismos, solos,
consumiendo nuestro espacio;

todo, todo está tachado:
lo errado en su relieve de grandeza irreversible

la timidez de nuestro entorno
casi muerto, casi vacuo…

…que ya no exuda nada,
…que ya no tala más cabezas.

Thursday, September 29, 2005

quizás el cielo sea blanco


Según una leyenda urbana del tercer mundo, hay por lo menos un día de cada año en el que el curso de las horas se dilata más de la cuenta, desplaza a la rutina y al hábito déspota, y provoca que actúes como si no supieras nada, como si no conocieras nada, como si fuese el primer día de tu vida. Un deseo interno, preocupantemente voluntario, te saca de tu empolvada habitación y te empuja hacia la calle. ¿A qué salir a la calle?, ¿a qué?, te preguntas remedando la voz de tu madre. ¿Quedarse y convalecer? Nada de eso; afuera quizás esté lo que no tienes.

En cada paso que das, se nota que no es más que inercia pura la que te domina, la que controla tus movimientos de sonámbulo imprudente. Si alguien te saluda, no sabes cómo responderle, no sabes qué decir, haces una mueca pero las palabras se te quedan escondidas en alguna parte de la boca. Mejor no te esfuerzas y sigues de largo. No importa si tropiezas con una de esas banquetas, si con tu rodilla golpeas a una pequeña que va de la mano de su distraída madre, si rozas fuertemente cuanto hombro se te ponga en el camino, si das un mal paso o te atraviesas las calles sin mirar a los lados. De todas formas, no vas a ninguna parte. Y lo peor es que lo ignoras.

Intuyes que estás haciendo algo que todos hacen, pero no entiendes la razón o los motivos. Saliste sin saber por qué y caminar es lo único que resuelves llevar a cabo ahora que estás afuera. De algún modo, te sientes agradecido con la circunstancia ya que ahora no te afecta en absoluto el saber que todavía sigues solo. Te alegra dejar de conjeturar por qué te abandonaron todas esas mujeres, por qué roncas como si fueras el alma de un animal exhausto por la vida, por qué tu pesimismo rebasa los límites de lo tolerante, por qué eres tan sincero para expresar tus comentarios, por qué tienes los pies torcidos y te comes las uñas antes de acostarte.

Por eso, ni siquiera te percatas de que no vas a ninguna parte. Sudas, parpadeas agitado, toses, escupes tremenda flema y te paras en las esquinas llevándote la mano a la barbilla, como si de veras no supieras elegir cuál dirección necesitas tomar. La indecisión, presientes, no se pierde de un día para otro. Alzas la vista un poco. Hay un Sol asfixiándose entre un enjambre de nubes, hay cientos de cables negros ahorcándole el cuello a los postes, hay una que otra telaraña en las cornisas y quizás una paloma muerta, atascada en una de esas cúpulas. Eso es lo que hay allá arriba. Sonríes.

Más tarde, cuando la misma inercia te lleva de regreso a casa, casi habrá anochecido. Entonces, sin imaginártelo, te sientas en el centro del patio. Temes alzar la vista de nuevo porque presientes que algo anda mal allá arriba. No obstante, eres osado y no te importa correr el riesgo. Arriba no hay absolutamente nada. Lo que ves se asemeja a una enorme hoja en blanco. Es el cielo. Completo. Lo que en otra ocasión te habría parecido irrelevante, ahora te impresiona; de hecho, te asusta. Así que reaccionas como lo mandan los antiguos peritos del conocimiento humano, los encargados de alimentar al búho de Minerva: empiezas a cuestionarte cuál parte de la hoja es, si el anverso o el reverso. Esto consigue entretenerte por un buen rato, pero aún sientes miedo. ¿Cómo saber cuál es cada lado de la hoja si ambos son exactamente iguales? Tratando de situarte en algún sitio preciso de las dos opciones, crees saber que no sabes en qué lado te encuentras tú. Lo más probable es que concluyas en que no estás en ninguna parte, como lo habrás oído muchas veces en la voz de tus semejantes. Y que, por supuesto, la conjuntivitis ha venido para asesinar lo que quedaba de tus ojos.

Ese día, es hoy mismo.

Sunday, September 25, 2005

detalle onomástico


Acaso esta nota no sea del interés general ni despierte la curiosidad en nadie (y con estas palabras iniciales, debo aclarar, no pretendo hacerme la víctima y recurrir a la lástima del lector para que piense y diga “bueno, el pobre siempre cae en lo mismo, es su técnica, leámoslo para que no se sienta mal, refunfuñe y luego ande por ahí dolido y afectado), pero en el fondo siento la necesidad de esclarecer cierta medida que tomé hace ya más de cinco o seis años. Para quienes crecieron conmigo (o yo con ellos) sabrán de sobra que mi nombre completo consta de cuatro palabras, pero que actualmente sólo empleo dos de ellas para identificarme: mi segundo nombre y mi primer apellido. ¿Cliché de seudo escritor? Para nada. Más bien fue una especie de disgusto fonético unido a una muy personal idea de identificarme de forma equilibrada con el tronco paterno (cedo estas últimas palabras para la elaboración de cualquier eufemismo que a alguien puede ocurrírsele) como con el materno.

Escogí mi segundo nombre porque el primero (que por costumbre es herencia directa del segundo nombre de mi padre) me sigue sonando mal y porque me parece que es una cursi derivación (no latina, incluso) de Rodolfo. Cualquiera podría pensar que indirectamente existe un rechazo hacia la figura de mi padre, pero no la hay. Sí, a lo mejor, la necesidad de poseer una identidad propia sin la sombra de su nombre de uso y de lo que él representa para muchas personas. Del nombre de mi abuelo, padre de mi madre, y de una alusión religiosa hacia cierto arcángel, surgió Rafael
[1], y creí que si ya llevaba el apellido de mi padre, Romero, debía quedarme con este nombre para, como dije antes, equilibrar la cosa. Es decir, el capricho ese (como muchos creen y me señalan) de omitir mi primer nombre y usar el segundo se fundamenta en lo que acabo de referirles, así de sencillo. Rafael Romero, según mis apreciaciones más intimistas, encierra la esencia de las dos familias que se unieron para engendrarme. No obstante, para muchos, sigo siendo “mi primer nombre” y por lo que veo, no hay nada que pueda hacer para evitarlo. Tampoco es que importe, pero es que...


[1] Más de alguna vez, en mi limbo de fantasía y quimeras, creí relacionarlo (el nombre) con cierto pintor renacentista italiano y luego con Alberti, Cansinos Assens, Landívar, Arévalo Martínez y demás personajes. Me van a disculpar la pretensiosa osadía, pero es que estaba pequeño y el jueguito se me hacía interesante.

Wednesday, September 21, 2005

caldo de egos


Llegar de nuevo a un punto. Un punto conocido en donde la realidad se hace manifiesta y constriñe fuerte. Parece no haber nada distinto en el mundo. Todo se repite y los detalles cambian, pero la esencia es la misma. El ego es como una hiedra que se extiende por los muros y atraviesa patios, casas, ciudades, países enteros. La realidad escupe ego por todas partes. Hay ego en sólido, en líquido y en gaseoso. Hay miles de opciones mercantiles, casi: egoísmo, egocentrismo, egolatría, egotismo y demás ramificaciones. Hay un ego atómico en la lengua de todos nosotros. Es como una papila gustativa; o mejor dicho, como una postemilla. Una bella postemilla o un diminuto brote de pus. MI REALIDAD ES ESO.

Pecar de iluso sería pasar por alto lo que este punto (al cual se llega cada cierta temporada, luego de habernos arrastrado como gallinas ciegas por un sendero propenso a las pisadas del caminante) nos revela. ¿Debo callarme, protegerme y no reconocer públicamente que soy un ser verdaderamente detestable? Este ego (propagado y empollado con toda la delicadeza del caso) me hace escribir, vestirme así, no rasurarme, emborracharme, hablar de este país como si fuera el mejor, enamorarme, defender mi cultura, viajar, saludar a la gente en la calle, criticar perdidamente, deshacerme de quienes impidan mi felicidad y desarrollo personal, usar falacias, sentirme atacado, consumir, creer que todo lo puedo, ser frívolo, fornicar, etc. ¡COSTUMBRES, MANÍAS Y HÁBITOS DE MIERDA! ¿QUÉ MÁS SE PODÍA ESPERAR?

No pregunto porque lo ajeno me parece poco interesante. La vida de los demás es intrascendente; todo lo contrario de la mía. Sin embargo, si me preguntan mucho, me molesta. Soy elitista, clasista, racista, xenófobo, misogámico, narcisista, morboso, misántropo y un montón de cosas más, pero SOLAPADAMENTE. (Repitan esta palabra separando sus sílabas y con énfasis docente: so-la-pa-da-men-te) ¿Acaso soy el único? No. (Ya quisiera) Mis semejantes y yo: un caldito de gallinas ciegas. Llegamos a este punto arrastrándonos a oscuras, no QUERIENDO VER. Los ojos hacia adentro, para apreciar mejor la apoteosis de nuestro ego; a nuestro ego en pañales, gateando, correteando por los pasillos, caminando por su habitación, puliendo su trono de huesos y enfocado en no ceder espacio y acaparar toda la energía de nuestros ojos (que son también los suyos).

Mi intención nunca ha sido generalizar, pero es que al llegar a este punto, no tengo más alternativas. Todos estamos juntos, en el mismo balde, listos (aunque ignorándolo) para ser devorados por algún roedor salvaje. QUOD SCRIPSI, SCRIPSI.

Thursday, September 15, 2005

al vulgo, con encomio



El primer comentario que escuché acerca de mis poemas fue “interesantes, pero la verdad, me cuesta un poco comprenderlos”. De eso, ya casi diez años. A decir verdad, la historia no ha cambiado mucho, a pesar de que en mi opinión y, gracias al transcurrir del tiempo, para bien o para mal, siento que he evolucionado dentro de mis propias expectativas. Dejé atrás la cursilería y las palabras bonitas que no me decían nada. Encontré nuevos vocablos y supe enamorarme de ellos hasta el punto de sentir que cada uno, por separado, me transmitía algo más del significado que todos conocemos. Me hice de palabras fuertes, sonoras, misteriosas, provocativas, evocadoras, palpitantes, con el afán de procurarme toda la fascinación posible. El sagrado legado de mis primeras lecturas y posteriores relecturas (Vallejo, Darío, Cardoza, Paz, Girondo, Huidobro, Góngora, etc.), me incitó inmediatamente a explorar el mundo de las metáforas y de las imágenes. Aun hoy, en la búsqueda de una expresión propia que satisfaga mis necesidades (de inventiva estética más que de comunicación), continúo la tarea como cualquier pequeño con los ojos salidos por su juguete recién liberado del papel de envolver y de la moña.

Connotación, plurisignificación, sonoridad, desrrunitización semántica y rebautización léxica son sólo algunos tecnicismos que el vulgo suele desconocer acerca del lenguaje literario. Al vulgo poco o nada le importan tales palabrejas; no las necesita para saber disfrutar de un buen poema o de un trozo de narrativa. Al vulgo, o algo le gusta o no; así de simple. Sin embargo, hay quienes se atreven a ir más allá y, con todo el derecho, arriesgarse a emitir opiniones al respecto. Movido más por envidias o por clara y honesta ignorancia, yo he hecho exactamente lo mismo. (Y ojo, aclaro, nunca me he apartado del vulgo. Creerme la falacia de que soy una persona culta, no va conmigo. Soy parte del vulgo, porque ignoro millones de cosas y porque lo poco que sé, lo he vivido como cualquier otro. La experiencia se nos hace infinita y yo sigo de aprendiz, de individuo, de ser humano, como cualquiera).

El punto es que cuando opinamos acerca del trabajo de “equis” individuo, no nos percatamos de que sus objetivos pueden distar mucho de lo que esperamos o de los que estamos acostumbrados a ver. El hecho de ser receptores de un trabajo artístico, no nos da el derecho a exigir o a cuestionar los motivos de la elaboración del mismo, sin otro afán más que el de poner en evidencia la poca “utilidad” y lo poco prácticos que son los recursos de su autor. Sería inaceptable y hartamente vergonzoso, por ejemplo, criticar a Borges por haber intitulado “El hacedor” a uno de sus muchos libros, sólo porque nosotros estamos acostumbrados a escuchar (y a emplear) términos más comunes como: fabricante, fabricador, constructor, etc. ¿Existirá el momento posterior en el cual podamos develar que Borges se estaba refiriendo a un dios, y que por esa razón, aquella palabra encajó perfectamente con sus excéntricas exigencias de hombre letrado? A lo mejor. Pero lo impulsivo que somos siendo vulgo, seguramente, nos habrá desviado ya de esa etapa reflexiva (y valorativa), cayendo en infundados comentarios y en aseveraciones insolentes.

Cuando le preguntaron a Lezama Lima que para quién escribía, respondió lo siguiente: “En un himno atribuido a Orfeo se dice: sólo hablo para aquellos que están en la obligación de escucharme. Que esa sentencia órfica nos acompañe siempre como un conjuro”. ¿Por qué entonces libros de la talla de Ulises, Paradiso, La pequeña sinfonía del Nuevo Mundo, Rayuela, Museo de la novela de la Eterna, Trilce, En la masmédula, Tres de cuatro soles, entre otros, figuran como valiosos estandartes de la historia de la literatura universal? ¿En donde quedó el vulgo que no se siente obligado a leer nada de lo que, según él, se aleje de sus expectativas y de su gusto? ¿Acaso sólo fue una pandilla de intelectuales y estudiosos quienes hicieron de estos libros lo que son ahora? Piensen en ello, porque a final de cuentas, me huele que el vulgo también anduvo detrás de esto. Es decir, comprando. No olviden, el libro se tuvo que haber vendido, aunque fuese sólo para apilarlo como una decoración más en nuestra biblioteca.

En fin, me gustaría compartir con ustedes el resultado de una experiencia, que como mencioné al principio, se sigue repitiendo. Ridículo y soez sería comparar mi situación con la de los autores que han publicado, digámoslo así, obras complicadas, herméticas y a la vez profundas; jugosas ensaladas filológicas, en decir de Lezama Lima. Es verdad, mi pretensión no ha llegado (ni llegará) a ese punto. Tres han sido los poemas que hasta la fecha he seleccionado y decido incluir en cinco kilos de vacío. Mi selección no sólo se basó en la variedad sino en la accesibilidad que pudiesen tener para ustedes, lectores y caros amigos de oficio, poemas como Carnoso aliado, Mi derrotero y Cuando soy así, respectivamente. Como suele suceder en estos casos, el ojo público se hizo presente y a mis oídos llegaron ciertos comentarios relacionados con mi “incomprensible, pretensiosa y alquímica” forma de expresarme, o mejor dicho, de escribir mis textos. Nada nuevo para mí, todo lo contrario. No obstante, y luego de pensarlo un rato, caí en la cuenta de que ya era suficiente. Si mi objetivo nunca ha sido escribir para alguien, y luego de haberle explicado (trabajosamente) a cada persona que conocí desde que me inicié en esto, mis motivos y mi visión respecto de la literatura y del arte, ¿por qué debo permitir que se me juzgue de esa manera?, ¿por qué debo seguir justificando mi forma de escribir para satisfacer a otros?

Tal reflexión me llevó a lo siguiente. Como intuyo que habrá algunos de ustedes que piensan lo mismo acerca de mis textos y, para demostrarles que si fuesen un poco más perspicaces y estuviesen “adiestrados” a otro tipo de expresión literaria, su opinión quizás sería distinta; aquí les incluyo de nuevo, en contra de lo que había jurado no hacer nunca, los tres poemas en mención, con sus respectivas versiones vulgares (en azul); es decir, como muchos quisieran (y sueñan muy, pero muy en vano), que yo escriba.

CUANDO SOY ASÍ
Hoy como también ayer este dolor se hace cutáneo
Y me curte proporciones secundarias con su santiamén bilioso
Los ojos ya no buscan la ceguera de la noche
Los grises hematomas de neblina
El pus de los espectros desvividos por desviarme
Los ojos buscan un fogón que no se apague
De ámbar una lágrima en reposo femenino
Quizás de mimos miniaturas en pólvora alcalina
Cuando otro hoy como éste empiece
Y siga la bazofia merodeando mi suprema alcantarilla
Extirparé mis ojos que son dos moscas habituadas a tu mundo



CUANDO ME PONGO COMO LA GRAN PUTA
Desde ayer me duele hasta el pellejo
Es un fuerte dolor que en un dos por tres me insensibiliza los huevos
Estoy cansado de vivir a oscuras
De chocarme contra la niebla y rasparme
De la mierda de la gente que se mata por sacarme del camino
Quiero un poco de luz
Que una mujer chille un poco y me alumbre
Con sus muecas y sobijeos brillantes
Cuando vuelva a tener un día pura mierda como hoy
Y la asquerosa gente quiera acercarse a mí
Me sacaré los ojos, que de probar la mierda de tu mundo, ya parecen moscas


MI DERROTERO
Entonces, geómetra de lo que llevo dentro
Me fijo en la manera en que todo se libera
Y me acuerdo de que mientras más me alejo
La esencia de tu cuerpo se me viene encima
La noche se me vuelve itinerario si en tu vulva encuentro el día
El alma es un objeto ansioso y vehemente de chocarse contra el tiempo
Y tú, tú que despiertas zambullida entre los lícitos dominios de lo acuoso
Te conviertes en un dogma en ternura y balbuceo electrizantes

Predilecto mucho más ahora el viaje hasta tus pechos
Maciza quintaesencia que yugula mis prejuicios
Que me sienta de repente ante tu clara exorbitancia
Y me incita a libaciones inmediatas-clandestinas

Hay un camino, en donde un hilo tiembla fuertemente y guía
Las luces dicen que eres tú, tú que te vinculas con mi instinto
Que remueves la hojarasca y te adornas de distancia


POR ‘ONDE VOY
Como me encanta medir lo que siento
Por eso me doy cuenta en cómo se me va la mano sintiendo
Mientras más me hago para atrás
Lo que tu cuerpo lleva adentro me cae encima

Me da igual si la noche es larga porque lo que quiero es amanecer en tu vagina
El alma no se está quieta y se va a hacer mierda contra el tiempo
Y vos, vos que te despertás en todo tu derecho de estar empapada
Te convertís en lo que de veras creo, en algo tierno y en un ¡ay! que me pone los pelos de punta

Ahorita sí que queda bien que te busque las chiches
Esas cosas duras que hacen mierda mis prejuicios
Que me pone enfrente de lo inmensa que sos
Y me da carreta para que luego, luego te chupe sin que nadie nos mire

Por ahí dicen que vos sos el camino que me guía pero que no es seguro
Vos que te metiste con lo animal que me hace actuar así
Que me quitás lo que está demás en mí y que te irás al rato

CARNOSO ALIADO
El simple hecho de hacerte de un buen par de alas
De dejártelas crecer, de abonarlas monacalmente
con la paciencia de un eclipse que nunca se decide a redimirse
Es todo un síntoma primario asociado con utópicos idilios
con trayectorias imposibles, con lo poco útil que es la vida

¡Blande hoy tus alas, carnoso aliado! ¡Disfruta de la histeria!

Los vocablos que podrían retratar la instancia
del jardín que se erige entre los aires ya no alcanzan
Se han quedado hundidos en la roca,
en nuestra frente interna
Pero mañana, cuando el síntoma desaparezca y llueva engaños
volveremos a tomarnos de la mano y a elevarnos


COMPINCHE POLLÓN
Sólo con que te den ganás de volar
De que creás que tenés alas y de que les echés gallinaza todos los días
Con la paciencia de un eclipse que ni a putas se deja mirar
Ya te pisaste porque lo que tenés es que te gusta soñar con babosadas que no existen
Con algo que no vas a tener porque la vida no sirve para ni mierda

¡Mové hoy tu alas, compinche pollón! ¡Aprovechá que estás loco!

Se quedan cortas las palabras que podrían decir cuál es la situación
Del arriate que se levanta por los aires
Se quedaron refundidos en las piedras, en las barreras que llevamos dentro
Pero mañana, cuando dizque estemos curados a puro engaño
Nos vamos a agarrar de la mano otra vez y a seguir soñando como mulas



¿Contentos? Quienes propugnan que la expresión estética debe rebasar la emoción pura (contenida con toda claridad en las tres versiones vulgares que presento; que aún podrían ser mucho más simplificadas) no me dejarán mentir al respecto. Mis nuevas versiones carecen de artificio y se remiten sólo a decir lo que en el momento sentía o se me ocurría. Y todo ello bien podría exponérselo a alguien con esas palabras y esas expresiones, ¿o no? Es decir, ¿qué necesidad tendría entonces de escribir un poema y de, como ustedes opinan, decir “doce gramos de un sólido y soluble llamado cloruro de sodio que a la vez contiene cloruros, sulfatos y bromuros de magnesio, calcio y potasio” en vez de “un poco de sal”? ¿Acaso creen, por favor, que enmaraño mi expresión a propósito?, ¿que me digo: “Bueno, hoy voy a escribir tres poemas pero que nadie los entienda? ¿Es que todavía no se han dado cuenta de que mis tendencias (aunque a simple vista sólo parezcan rimbombantes y complicadas) difieren un tanto de las convencionales y en el fondo llevan algo? Si sólo fuese un puño de palabras ostentosas, ¿cómo se explica que haya una versión vulgar que fundamente lo que el poema expresa?

Las preguntas son bastantes y este texto, les juro, sólo es producto de una situación desesperante y arrebatadora, puesto que no tengo la intención de escribir para nadie en concreto ni mucho menos seguir exponiendo por qué escribo de la forma en que lo hago. Si mis poemas, o como quieran llamarles, mueren conmigo, me llevaré la satisfacción de haber escrito lo que sentía, a mí manera, y de haberlo echo tal como me habría gustado leerlo. Ah, y por último, aprovecho la ocasión y me tomo el atrevimiento de recomendarles El arco y la lira, joya literaria del Nóbel mexicano Octavio Paz, para verdaderamente deleitarse con una buena lectura, y ya saben, quitarse el mal sabor de boca.

Wednesday, August 31, 2005

elucidación y onírico pretexto


...o de cómo escapar es más natural que separarse (o decir adiós)

Pero te puedo explicar la siestecita, verás: un letargo de casi dos horas y media, distribuido el tiempo de este modo: casi cien minutos de sueño profundo, desafiando a mi alter ego (el oso de la panza circunvelluda), considerando menudas escenas oníricas y manifestaciones inconscientes ajenas a la realidad, por citarte algo: un viejo que devora su propio bastón cual ardilla en cuarentena, un volcán surgiendo en pleno centro del patio de mi casa, una mosca con un solo ojo, etcétera; casi veinte minutos de volteretas ya que calor, brazos acalambrados e instinto animal nunca menospreciado; y el resto, inexacto, por supuesto, consumido entre babeo, estirones, acurrucamiento, bostezos, flatulencias y otros sonidos no identificados; para luego despertar molesto por esas terribles ganas de orinar y de abandonar las calurosas y pulguientas sábanas…

Y es verdad, no te lo puedo negar, es una forma de escapismo pero con miras introspectivas. Sí, cuando me desaparezco tal como hace más de dos horas y media, según tus apreciaciones temporales, y soy capaz de saborear un miedo que sólo para mí existe, más o menos un terrorcillo de tobillos anchos que es tan inquietante como cocinar la idea de caminar en la luna sin traje espacial y así por el estilo. Es el miedo de verme a mí mismo. Así que… lo siento. Prohibido traer espejitos ni lentejuelas.

Volviendo a lo onírico, hay algo que siempre se repite, pero que igual carece de la acidez de un eructo. Veras: yo estoy sentado en un túmulo de tierra, paisaje oblicuo y algo de niebla esparcida por allí, observando a tres niñas que juegan con algunas flores hechas con papel carbón y que se han manchado las manos, los brazos y la cara, las muy mulatas.

A la vez, estoy pensando en lo mal que sería si se nos tupiera la cabeza de tanto figurarnos una cena formal, con reservación, ropa elegante y todo lo demás, en un restaurante repleto de alfombras, peceras, muebles exóticos, lámparas fabricadas con lo que en algún tiempo fueron instrumentos de viento, relojes antiguos, gente idiota y meseras que no lucen ni como vos ni como yo, si yo fuera vos. Esto se me pierde de inmediato y continúo con lo anterior.

De pronto, las pequeñas niñas huyen hacia lo alto de una colina verde y se pierden en la espesura como si fueran dibujos animados y aparezco yo y me siento frente a mí, a verme. Noto rápidamente la facha de preocupación que tenemos los dos, de seguro por haber llegado tarde a la cita. Malditos turistas orientales y compañía, que taparon el túnel por donde ambos transitamos a menudo, sólo porque había un tortilla en el suelo y le estaban sacando no sé cuántas instantáneas a causa del gran parecido de mí con ella, más que nada, en cuanto a los rasgos físicos.

Las golondrinas tienen alta la temperatura y entonces estoy yo sentado en el túmulo de tierra y yo me estoy viendo desde más o menos diez metros sentado bajo un árbol de neblina y el miedo empieza a cundir mis percepciones, te preguntarás por qué, y es sencillo, volteo para ver si hay alguien más en el set y veo que yo estoy detrás de mí sentado en una chimenea, no viéndome a mí, sino a mí que estoy bajo un árbol de neblina, que ahora ya no lo es, porque es una torre de neblina, sin ramas. Un cuestionamiento me invade y me siento tan objeto de estudio, tan muestra para analizar y todo es tan perfecto, todo transcurre con la normalidad de los días de un año judío. Estamos tres, pero no es seguro, puedo estar engañándome como siempre, como cuando salgo de la ducha y digo que estoy limpio y que qué bien ser tan pulcro.

Los otros dos de los que te estoy hablando podrían ser una trampa. Lo raro es que en realidad no nos estamos viendo, nos configuramos en nuestra vistas, eso sí. Yo que estoy sentando en el túmulo de tierra estoy siendo objeto para yo que estoy sentando bajo un árbol y este yo también estoy siendo objeto para yo que estoy detrás de yo que estoy sentando en una chimenea, imaginándonos. La seriedad de esta como reacción en cadena me aterra porque observo lo estúpido que soy y lo miserable que también soy y lo patético que soy y a la vez me fascina. Por eso, cuando ya es tarde, no quiero aparecer de nuevo y sé que vos me estás haciendo tiempo y entendés que el cansancio es quien más me posee y pobrecito, deberá estar cansado y esta situación que, además de ser dura también es triste, lo agobia... siento tus manos en mi pelo y tu calor de topo que busca guarida, tus senos respirando... que siga durmiendo, mi bello durmiente, mi soldadito de plomo, pronto va a despertar y va a querer su chiche.

Pero cuando aparezco y te encuentro sola, leyendo a Nabokov o a Sábato sobre la cama que ya parece alacena, con tus sagaces gestos que me anuncian que no querés quebrar la calma, con tu estática estética que dora tus pestañas como si te hubieras puesto fijador para paradójico cabello en ellas, para no parpadear y así no esconder tus nervios, el panorama es distinto. Recurro a vos para que mi miedo sucumba, para sustentar nuestra cercanía con la ingravidez de la ocurrencia y lamer tus lágrimas con lozanía y decirte que los verbos reflexivos no existen, que sólo los recíprocos son necesarios porque nos humanan y nos susceptibilizan, aunque a veces sean siniestros; que la caída desde el peñasco no nos salva, pero que el remolino ha de juntarnos de nuevo, así como ahora tiene la amabilidad de separarnos, y digo amabilidad sólo porque no quiero ser un irrespetuoso, aunque no se lo merezca.

Pero ya no quiero hablar de eso, si hiciéramos un recuento de los minutos de los que hemos hecho uso para tratar y enfrentar lo que está por venir, vaya si no nos faltarían dedos y manos y pies seguramente, y a veces pienso que esta afloración del inconsciente debería remitirse a situaciones mejor encaminadas, talvez ya no nos reprocharían tanto lo poco originales que somos y que por proposiciones del estilo, esto se asemeja mucho a la que vivieron... a lo que entre tragos, cacahuates y cuchicheos contó... a lo que en los últimos días de su vida escribió... muy visceral todo. Siempre es lo mismo.

¿Sabías que el primer ser vivo que escuchó mis intentos poéticos, los mismos que nunca dieron resultado porque ya la elite estaba demasiado saturada y yo muy pagano para su sagrada conformación, pero que todavía alguien guarda en su memoria, fue un perro?

De "Correspondencia compartida". © Rafael Romero, 2001.

Tuesday, August 30, 2005

epigrama


en la no evasión
está el ronquido invertido
de un dragón oscuro
que se muere de hambre

Monday, August 29, 2005

nadie


JORNADA Y ENCUENTRO (LA MALDICIÓN ES UN LAXANTE)

Pensé que nunca me encontraría frente a frente con un eunuco pintado de hematomas hasta en las posaderas. Obseso de la imaginación, mis logros son fehacientes. No obstante, sé que el camino es largo y es a vos a quien sigo buscando. Bien puedo distinguir a un cortejo de bohemios mutilados avanzando hacia el cenit de su pronto desastre. Eunucos, castrados, mutilados. Sublime plebe idiotizada. Los rollos de piel arada por pezuñas aceradas se extienden tramo a tramo simulando peculiar alfombra persa.
En un descanso, pensé que nunca podría hablar sandeces y nimiedades mientras penetraba con desgano a una extensa hembra enamorada. Pude. Un matamoscas gigante me azotaba el lomo mientras consumaba el acto. Fui sermoneado por un obeso a quien le brotaba el sebo por los ojos al unísono con cada una de sus hediondas inflexiones. Todo sucedió con la perversa maravilla del silencio que se clava en los oídos como grito de chiquilla degollada.
Luego, en un banquete, un eunuco quiso masturbarme. Supo que escupir estaba permitido y fue escupido por mi ebúrnea boca. La vida disoluta y la anestesia general en cada risotada perceptible entre el cerumen y la sórdida conciencia, me di a reflexionar entonces.
Y apareciste vos, de entre la plebe, carente de pureza.
Pensé que no sería capaz de observarte, que sería demasiado perturbador y turbulento. Y lo fue. Ahora mi languidez es colosal y me sobra el tiempo para verte, perseguirte, vigilarte, examinarte… hasta que vuelva a descubrirte y a desvelar que no eres nadie.

PASIÓN Y ESTIÉRCOL (LA MALDICIÓN SE MATERIALIZA)

Luego pensé que debía excederme, poseerte y dejar de observarte. Ya no escuché ninguna melodía interna que me alentara a considerar que a lo mejor sí eras alguien, puesto que de inmediato me volviste a parecer absolutamente insignificante. Tu imagen era flemosa, expandida en su contorno y maloliente.
Me dio entonces por cantar algo que se asemejase a lo que eras, pero no fueron palabras sino excrecencias las que emergieron adheridas a las alas de un puñado de pequeñas palomillas ambulantes. Pensé que si te amaba, la porquería de este mundo disminuiría; pero al internarme en la espesura de tu sombra, noté que todo aumentaba. Hasta la fecha, sigo embadurnando mi cerebro con la idea de saber de dónde diablos habrás salido.

CONFIRMACIÓN DEL ASCO (ACOSO Y OCASO)

Con el paso de los días infernales, supuse que pertenecías a algunos más y que tenías dueños. El corazón se me infectó de asco e imaginé que a lo mejor sí eras alguien: el artefacto de la plebe, que te codeabas con eunucos y que aspirabas transformarte en bartolina. El cansancio y la acidez de tu vagina reclamaban espaciar las fálicas presencias que gozabas a escondidas. Pensé que era el momento para invocar que la maldad se magnificara en las ineptas vidas que a mi vista se acercaban. Supuse que en el centro de tu cuerpo se formaba estrepitosa y bella llaga, que debía atravesar de nuevo la barrera que me separaba de tu esfera degradante (entiéndase hedentina) y besar tu llaga, y ahí mismo no temer y eyacularla.
Pero hubo algo que no encajó, algo que pensé podría obviar y dejar a un lado. Imposible fue falsificar la escena y olvidar de qué estabas hecha, de qué te engalanaban los tempestuosos fetos de la ingratitud y del desastre. Tu esencia (y no tu mugre) de alguna forma era intangible y vos volvías ser la misma de siempre: nadie.


Saturday, August 27, 2005

homenaje a Cervantes


VI. DE LOS GAJES DE MNEMOSINE (fragmento)

Luego estaba Esteban, mas feo quelqué mi compañero, quien era incapaz de recordar los nombres o apellidos de algunos de sus conocidos, como el de Rolando, su vecino; pero sabía (y recordaba) perfectamente (porque poco faltaba para que te los gritara en tu propia cara) que Pandafilando de la Fosca Vista, Tinacrio el Sabidor, los sabios Lirgandeo y Alquife, Urganda la Desconocida, Princesa Micomicona, Cirongilio de Tracia, Felixmarte de Hircania, Alifanfarón de la Tropobana, Pentapolín del Arremangado Brazo, Timonel de Carcajona, la sin par Miaulina, hija de Alfeñiquén del Algarbe; Pierres Papin, Micocolembo, Duque de Quirorcia, Brandabarbarán de Boliche, El duque de Nerbia, Esapartafilardo del Bosque, Laucalco, señor de la Puente de Plata; y Malambruno, eran los nombres de algunos héroes, personajes y gigantes célebres mencionados por Cervantes en su memorable Don Quijote de la Mancha; el cual, se presume, Esteban jamás había leído.

Monday, August 22, 2005

acerca de los perversos oficios














Había escrito ya tantas historias. La lista era interminable, o más bien eso era lo que cualquiera de nosotros habría querido. Ya saben, la maldita condescendencia. Pero debía dejar de escribir por razones tan obvias, tan obvias como negar el poder sobrenatural de los mares y las decepciones consuetudinarias. Escribir menos, no ayudaba; retirarse (o desertar, como hubiera dicho su posible traductor, Noel, Noel no, no él, sino Joel, uno de nosotros), eso sí, eso era lo más laudable que podía hacer, no sólo por él mismo, sino por el bienestar de todos sus lectores y de sus muchos admiradores en Timor del Este, Malta y en algunas regiones argelinas, sin olvidar Andorra y Djibouti. Los pobres ya se estaban acostumbrando a las repetitivas masturbaciones mentales, que tampoco era justo.

Pero no lo hizo.

Lo primero era despedir a Joel, los asuntos con él iban de mal en peor. Lo segundo, olvidarse por completo de que debía dejar de escribir, por cuestiones saludables. Lo tercero, enamorarse, así tendría un poco de más inspiración y de conflictos. Y lo cuarto, no contarme nada a mí, nunca. ¿Por qué esto último? Pues porque yo no soy muy de confiar. Además, doy pésimos consejos, tergiverso todo cuanto puedo, soy sangrón, me burlo del dolor ajeno, amo la frivolidad, vivo del pesimismo, ofendo sin darme cuenta, quizá hasta dos o tres días después, y todo me causa risa.

Pero tampoco lo hizo.

En su lugar, decidió no reglamentar tanto su vida, librarse, silbar por las mañanas, silbar por las tardes, y en las noches, dormir silbando, silbandormir, dorsilbar, sildorbarmir, dorbar, silbir, sildurmiendo, durbando... y así, hasta los días entrantes, en los cuales decidiría no escribir nada, sino por el contrario, silbar otro poco, dormir algunas largas siestas, escucharse cual canario trinando, roncar como método de exteriorización de lo sublime, hacerse el dormido, dormir los hechos, echarlos fuera, encontrar un sonido en su tiempo psíquico, invernar y despertarse con los sonidos de los grillos.

Como era de esperarse, tampoco lo hizo.

El mundo estaba al revés y él estaba demasiado cansado para tales contingencias. No quería, digámoslo así, esforzarse tanto en fracasar. Al mismo tiempo, había gente allá afuera esperando pizcas de su sangre, una simple asomada a la puerta, un saludo; pedían a gritos uñas, vellos, lágrimas, hojas de papel, piel muerta. Entonces pensó llamarme enseguida. Yo habría estado dispuesto a ayudarle, habría dicho que no cuando él dijera que no, lo habría elogiado panegíricamente por su habilidad para dormir y silbar al mismo tiempo, le habría traducido hasta lo intraducible a pesar de los pesares... pero no lo hice. Aparentemente, todo residía en no hacer absolutamente nada. Él me lo había inculcado, o sin quererlo, yo lo había aprendido.

La última vez que intimé con él, lo encontré un poco enfermo, vomitando una especie de líquido de frenos. Era lo que la gente allá afuera pedía.

Jamás volvería a cuestionarse si dejar de escribir o no, supongo.

Sunday, August 21, 2005

dogma


el amor está bien para aquellos que pueden soportar una sobrecarga psíquica. es como tratar de llevar sobre tus espaldas un cubo lleno de basura a través de una enorme riada de orina.
CHARLES BUKOWSKI

Wednesday, August 17, 2005

de nuevo en el pantano


Siempre en la mañana aparecen esos días crespos y malcriados en los cuales a los seres humanos les da por ambular como si tuvieran prisa por llegar a alguna parte; y no, no la tienen, pero la necesitan; y el que piensa en este fenómeno siente que la culpa es del tiempo y no del espacio, pues esa alguna parte no está en ninguna parte ni es parte de ninguna parte, porque es muy probable que esta última ni siquiera exista.
Sin embargo, hay lugares que siempre estarán en su lugar de siempre, pero el tiempo es otro tipo de entidad secreta, el tiempo juega al caballito, es un niño que corre montado en un rocín de aire, que somata sus caderas como si fueran las del animal mismo y con sus pequeñas piernas zapatea mientras avanza, logrando el soñado efecto del jinete, según los otros niños expertos en ésa y en otro tipo de impúberes proezas. La diferencia es el que niño que todos hemos sido desde niños se cansa después de algún buen tiempo y corre a su casa a la hora de la cena atendiendo baladros maternales; y el tiempo no, no se cansa, trota, se esfuerza, brega contra el viento, es otro tipo de niño, un niñazo más terco que una mula, aunque siempre ande encima de un rocín y no delante de un mulo, dándole la espalda; así se evita el riesgo.
El que discurre acerca de tópicos afines siente que la prisa es tan necesaria como el agua, inclusive más que el aire. Claro, no para todos, pero sí para la mayoría. Hay algunos que quisieran vivir viajando en una línea telefónica; tendrían millones de destinos diferentes, pero ninguno importaría tanto como ninguno sólo, porque siempre regresarían al mismo de origen, al propio de siempre. Y sólo estarían fatigosos y acaso abatidos, cansados de no haber ido a ningún lado; porque si de verdad es que están buscando otro u otros lados, es por no tener al menos un lado propio, y sin él, el otro, el opuesto, los otros, los opuestos, basándonos en frases como: al otro lado del sol, al otro lado de la calle, al otro del mar, al otro lado de lo que sea; no existirían. Por eso es que la prisa, y no la risa, es otro de los muchos adobes que constituyen los paredones del absurdo. Y allí se estrellan muchos, por no alarmar y decir que todos. Porque no es del todo cierto. Antes, por ejemplo, eran fusilados.

Entonces ¿nadie irá hacia ninguna parte porque no está en ninguna parte, porque no tiene ese espacio propio, ese punto de partida? ¿Para qué sirve la prisa si se toman en cuenta sus derivaciones? El que al amanecer se cuestiona frente a su pequeño espejo agrietado siente que es preferible pensar en tortugas, galápagos y en otros reptiles, anfibios o batracios de singular envergadura y platicar de sus características con quien esté interesado, pero no en ese momento, sino sólo después de haber dormitado catorce horas y de haber llegado tarde por quinta vez al trabajo en una sola semana.

Tuesday, August 16, 2005

la hora de



que se complementen, es todo / nada más es carne, vísceras, dermis consistente / dos puertos flotantes que se mueven agua abajo / dos páramos con vello que se mece por la actividad del cierzo / y el trasfondo / lo que se cuece dentro / la efervescencia del deseo / que se complementen, es todo / vela la sangre por conseguir su nido / en la plena concavidad del centro / que es simiente de proezas y de errores / hasta la hora de la muerte o de las tentaciones

Monday, August 15, 2005

elucubraciones (in)citables


soy demasiado prudente y quisiera un violín entre las rocas, una lágrima abatida de la noche
al volver de la velada de la vida, un semidios duramente eliminado por mi culpa

ya la sangre burbujea sin la ayuda de las páginas de una nómina de rutas memorables y autopistas pensativas. un cernícalo se escapa de mis sueños y se posa en las almohadas dejando manchas amarillas. El humor corporal ondea en la bandeja de la redención donde flota una vacuna

no hay que preguntarme nada. si del amor sólo me tocó lo apócrifo, si fui prevaricado, si el mantel de los cupidos fue extendido sobre un desestimado sueño, si sufro de ficción y de carburadores, o si por el contrario, tan sólo me fascina llamar la atención y ser amable

fue una buena idea nunca haber escrito en una de mis puertas aquello del “monotemático error y criminal diagnóstico de omnímoda versión ese del amor civil y su orfandad humana”. Habría sido una vergüenza milenaria tan innecesaria como la mismísima amargura de un desierto

veo en el espejo mi pululante tuétano, hasta su millonésima parte, también sus criptas, también sus cables. abatida mi matriz de bocaluna. plancton y mostaza en mi mayúscula infancia nunca tan remota. me conmueve el control de mis incorporaciones en la vida pública, allí todo es una falacia rancia que ya no agobia

estar solos no depende de nosotros sino de los otros, los que están apostando las posibilidades sociales, los que creen en las utopías, los dioses

algún día tendré alas y olvidaré mis palabras inmaduras, los vástagos de mi silencio; y me guiaré por el desorden de las estatuas erigidas, y luego, después de los días subterráneos, resucitaré y la tierra echará de menos mi fanfarria, sus nutrientes clamarán mi nombre y añadiré motivos a mi vida

ayer jugué con la baba y hoy que estamos aquí, juego con el tiempo y transpiro cronologías color y esencia. soy, sin verme así, mi competencia

un día de estos tomaré una siesta y mataré a mi hermano, porque hermanos, habrá muchos

talvez no seré lo preciso, pero en las fotografías siempre salgo con bufanda, siempre tengo detrás de mi facha a un buen saltimbanqui despiadadamente triste y angustiado, su cuero cabelludo reseco y sus seis ganglios en salmuera

con la otra punta del pie es con la que me desplazo dejando que las notas de mi piano me dirijan. soy un camaleón moreno y abro mi diafragma y mi armazón para que las niñas
entren a leerme poesías

los besos son camellos radicales y ostentosos. me parece que antes de llegar aquí pensaba ser gasolina, hocico de perro, cálculo renal y no ESTO



De “Intemperie: seis sesiones y un anexo con los sesos sediciosos de un sicario”, © Rafael Romero, 200
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Saturday, August 13, 2005

mus musculus domesticus



¿Qué he sido hasta ahora? La pregunta perturba mi sacro descanso nocturno y acorta considerablemente mi noche. Y es que a lo largo de mi vida, muchos me han cuestionado al respecto. ¿Qué eres? Y yo me quedo callado y pienso, sí, ¿qué soy? La situación se remite a una conexión que me ata al arte, ya que debido a mis inclinaciones, la gente suele introducirme en el mundillo ese -el artístico- para luego etiquetarme y así poder conceptualizar mi vida. Ah, eres escritor entonces. Por una parte, no, no lo soy. Por la otra, quizás, qué más da, si al final todos resultan pretender serlo. Es una epidemia. Ah, ¿también pintas? No, eso menos. Justo ayer bromeaba con amigos que de haber nacido mujer, no habría podido pintarme ni siquiera las uñas; además soy daltónico y me tiemblan las manos. Pero bueno, ¿eres escultor? Y aquí sí tengo que darme la vuelta y reírme, a menos que piensen que soy el tipejo ese que hizo un su rollo así con basura y material de desecho, el muy imbécil. Contesto que no y me callo, para no polemizar. ¿Haces instalaciones? En segundo básico hice algunas, pero no funcionaron; que si más pierdo artes industriales con el profesor Esdras, soy malo con la electricidad y esas cosas. Mi respuesta causa risa, me da igual. ¿Eres actor? Luego de nacer, fingí llorar para que me pusieran atención y no me confinaran a una cuna, ahí, solito, medio abandonado. Creo que fue mi mejor actuación, la de nene berrinchudo. Me imagino entonces que eres músico, ¿no? La única vez que toqué un instrumento fue una flauta dulce e interpreté campanero o niño torero, no recuerdo bien, pero fue un indiscutible fracaso, por decisión unánime.
El punto es que tampoco soy (ni he sido ni seré) ningún artista conceptual, titiritero, cuentacuentos, poeta, dramaturgo, cineasta, nigromante, cómico, trapecista, crítico de arte, curador, payaso, diseñador, guionista, fotógrafo, paisajista, trovador, cantante, maestro de ceremonias, bailarín, ensayista, tenor, coreógrafo, samurai… Simplemente prescindo de las etiquetas tanto como de la poesía ancilar y de las multitudes, por ejemplo. Pensándolo bien, ya que me he criado en un ambiente de oscuridad, torres de papel, libros, botellas vacías, capas de polvo sobre apolillados muebles, telas de araña, entre otros elementos, he decido responder a la pregunta inicial de la manera más simbólica: he sido un ratón casero (mus musculus domesticus). ¿Sabían ustedes que aunque la luz esté apagada, un ratón jamás pasa por el centro de la habitación? Se desplaza siempre por los rincones, detrás de las cajas, de los roperos. Todos quieren llegar al centro de la habitación, cruzar la habitación por el centro. Yo no. Eso es lo que he hecho y, por ende, lo que hasta ahora he sido. Caigan luego ustedes en la cuenta con sus respectivas interpretaciones. Pero antes, imaginen esta escena:
-Mucho gusto Rafael, me comentaba Larry Cabulba que acabas de publicar…
-El gusto es mío, pero creo que el tal Larry está confundido. Yo no he publicado nada.
-¿Ah, no?
-No, me están confundiendo, señora.
-Pero entonces, ¿tú no eres?
-No, soy un ratón y ahorita ando un poco indigesto por todo ese cartón que había en la bodega de este centro cultural, precisamente. Voy al baño, no tardo.
Luego, la mujer se queda pensativa y se dice:
-Hmmm, esa cola me parece conocida.

Wednesday, August 10, 2005

chanzas (paleativas)


LAS QUE NO SON PERO AL FINAL APARECIERON, PUESTO QUE LAS VERDADERAS SÓLO SE BASAN ESTRICTAMENTE EN UN JUEGO LÉXICO-SEMÁNTICO

En aquella cantina los borrachos, después de activar la radiola en busca de buenas cumbias, le gritaban al ciego: ¡Que braille, que braille! (Motivación)

Me duele el fascículo, dijo Mussolini brincando de un jumento. (Historia, anécdotas)

Axilas de los labios: bigotillo a lo Cantiflas. (Símiles)

Sentado delante mío, viéndome con mis propios ojos, me transformo en un pleonasmo narcisista. (Mutaciones)

¿En qué estaba pensando el día en que me muera? (Sagaz)

Onán afirmaba: conozco mi soledad como a mi propio pene. (Historia natural)

Cuando ando entre la multitud el olor a carne me da náuseas. (Embarazos)

Dos son los únicos malestares que me atacan: verborrea, por comer arcaísmos, y verborragia, por inhalar tanta ironía. (El paciente)

Lo más triste de los Juegos Florales es cuando descalifican a los ramos de flor de muerto solamente por su aspecto. (Prejuicios)

El nombre correcto para el supositorio debería ser analgésico. (Normativas)

La primera impresión que tengo de los demás siempre sale defectuosa, borrosa o falta de tinta. (Consuetudinario)

Los trovadores deberían trovar suerte en otra parte. (Baco dixit)

Algún día los bueyes irán a Viena y tomarán los lugares de los niños cantores jubilados. (La revancha)

Cuando se me antoja mantequilla le canto canciones de cuna a la leche para que se cuaje. (Somníferos)

Algunos pedazos de excremento se parecen a los oyentes que llaman a los programas de saludos de las radios; tienen miedo de salir al aire. (Estreñimiento)

Los sentimientos de inutilidad, culpa, tristeza, indefensión, desesperanza y suicidio profundos se cuecen en las ollas de presión. (Panacea)

Algunas noches, dormido, me escucho hablando solo. (Ronquidos, etc.)

Los árboles frutales son tan perezosos que ni siquiera se acomiden a recoger sus pertenencias. (Oblomov, síndrome de)

Cuando se supo que ella se había enamorado del cura, no se preocuparon, comentaron que ese amor era curable. (Paternales)

A cada calvo le llega su calvario. (Máximas)

Atropelló a dos tipos, se llevó una carretilla de comida callejera y colisionó con un carro provocando un accidente en cadena y un embotellamiento de una hora; la policía declaró que andaba pasado de estragos. (El parte)

Según estudiosos y conejillos de indias en este campo, la sexualidad, pasión y lascivia deberían medirse en metros púbicos. (De mediciones alternativas)

Después de haber sido muerta por serias mordeduras de pirañas, los forenses bromearan acerca del hecho diciendo que había muerto a causa de remordimientos. (Humor de morgue)

La vez que oí decir a uno de esos urbanos poetastros que la ciudad lo absorbía, lo imaginé hundiéndose en una gran toalla femenina. (Anhelos personales)

Al beber cualquier tipo de líquido los esquimales hacen un sonido que se escucha más o menos así: ¡iglú-iglú-iglú! (Onomatopeyas)

Un goloso literario es aquél que se come las letras, las tildes y los signos de puntuación en sus escritos.

Los que siempre faltan a las tomas de posesión, sobre todo a las gubernamentales, son los exorcistas. (De eventos no presenciables)

Los sepultureros de antaño creían que morirse era como quedarse dormido para toda la vida. (Antítesis)

El día de su traslado, al pasar por el Boulevard Liberación, aquellos desdichados reos sintieron que se les salía el alma. (Paraísos efímeros)

¿Qué sería de los pobres espejos sin los seres humanos? (Objeto Narciso)

¿Por qué me mataste?, es la única pregunta que carece y carecerá tanto de emisor como de destinatario; es decir, es caduca e inservible.

Father Christmas > Viejo Pascuero > Sinter Klass > Santa Claus > Buen Hombre Noël > Papá Noel > Papá Nicolás > Papanicolau. (Consecuencias lingüísticas)

Al enterarse de que ya existían las escaleras eléctricas, además de las sillas del mismo apellido, aquel niño suspiró aliviado; debido a una de sus fobias, ya no tendría que morir sentado.

Yo sólo sé que no sé que soy lo que sé que no soy. (Paliativo de cicutas)

Tenía tan mala suerte que cuando le salieron las muelas del juicio (cordales), éstas ya venían cariadas. (Ocasos)

«Si fuese un fruta sería un kiwi», acotó el erizo.

Lo que para un psicólogo es una actitud pasiva-agresiva, para un contador es una simple hoja de activo-pasivo.



De “Chanzas” © Rafael Romero, 2004.

Tuesday, August 09, 2005

cardiopoétiko


CARNOSO ALIADO

el simple hecho de hacerte de un buen par de alas
de dejártelas crecer de abonarlas monacalmente
con la paciencia de un eclipse que nunca se decide a redimirse
es todo un síntoma primario asociado con utópicos idilios
con trayectorias imposibles con lo poco útil que es la vida

¡blande hoy tus alas, carnoso aliado!
¡disfruta de la histeria circundante!

los vocablos que podrían retratar la instancia
del jardín que se erige entre los aires ya no alcanzan
se han quedado hundidos en la roca en nuestra frente interna
pero mañana cuando el síntoma desaparezca y llueva engaños
volveremos a tomarnos de la mano y a elevarnos

De “Humilde Impureza” © Rafael Romero, 2005.

Sunday, August 07, 2005

ensayo


¡ASIR AL OSO, RAYAR OSÓ LA RISA!

pobre palíndroma. si vieran la de
Julio, seguro que harían mofa de mí.
y muy bien merecida. reconózcolo.

yo soy (hoy) soy yo



al final del día voy (que es el factible comienzo de otro), toco la puerta, entro...
hago lo que debo hacer... estoy programado... siempre lo he estado, sólo es que a veces me he resistido...
autómata obseso... limpio... alguien ensucia... limpio otra vez y canjeo mi molestia por recuerdos...
vuelvo y hago lo que tengo que hacer... seguir en esto... si bien me va, alguna vez encontraré mi anverso...
seguir limpiando... por ahora es eso... la paga no es mala, honestamente... a mi patrón no le conozco...
me paga con minutos, horas, días y semanas... es todo lo que se necesita para vivir: tiempo

a veces, mientras recojo mis sagrados utensilios, me da por mascullar: "Vida, si algún día realmente me necesitas, no me llames; a la Muerte no le agradan las perdederas de tiempo".

Saturday, August 06, 2005

voces, musas, etc.


por alguna extraña razón, no sé, quizás por ser jueves o porque acaban de arrollar a un motorista justo aquí a la vuelta, o porque a lo mejor todos los días son intrascendentes, excepto por las entelequias y los inventos para sobrellevar esta rara vida, reúno un poco de Mazzy Star, PJ Harvey, Beth Gibbons, Sia, Beth Orton, Zero 7, Broadcast, The Drugstore, Everything but the girl, Catatonia, Cocorosie, Petra Jean Phillipson, Björk y espero que el día se vaya desvaneciendo entre voces, musas, y un deseo penetrante por salir acaso de este mundo.
surte entonces la melancolía mezclada con stress y tedio. por la noche, ya más reconfortado, besaré tus labios y vendrá el silencio junto al resto de tu cuerpo. es todo. lo demás, son cosas de merluzas

Friday, August 05, 2005

letanía a los malditos


Lo siento, lo que escribe está un poco fuera de contexto, no es lo que los guatemaltecos quieren leer / No podemos arriesgarnos a publicar algo así; muy pocos lectores se atreverían a comprar un libro con las cosas que usted escribe / Es interesante, pero no es precisamente lo que acostumbramos a publicar aquí; pensamos en algo más… como le dijo… accesible / En este país el lector convencional es que el manda; lo suyo definitivamente no está encaminado hacia un lector de este tipo / Mire, honestamente, el lector masa prefiere lecturas más sencillas, que no requieran de tanto esfuerzo, que se limiten a entretener antes que a pensar / Sabe qué, es sólo un consejo, no sé, debería probar escribir algo que el lector pueda leer de un tirón, así, así, sin necesidad de recurrir a un diccionario / Esto carece de contexto social… sus historias se quedan en el aire; dudo que el lector guste de algo así y usted sabe, esto es un negocio / No se complique tanto; déle el pan masticado y verá como su libro se vende como pan caliente / El lector es como el cliente, siempre tiene la razón, piense en esto y siga tratando, oportunidades habrá muchas / Estamos interesados en libros que hablen de las consecuencias de la guerra, de temas actuales, del peso de la ciudad sobre el individuo / Déjenos su material y nosotros lo llamaremos luego de consultar al consejo editorial, pero no le aseguramos nada / Si escribiera como los demás, si explotara esas temáticas, probablemente hablaríamos de algo más serio para el futuro / En esta editorial sólo le publicamos a escritores serios, de renombre, como fulano o zutano, por ejemplo / Si usted se compromete a pagar la publicación, quizás exista una oportunidad a largo plazo, pero… / Es muy difícil que a un escritor como usted le publiquen en estos tiempos, no lo digo sólo por usted, hablo en general / Voy a ser sincero con usted: los espacios en esta revista ya están ocupados / ¿Conoce usted a alguien del consejo editorial? No hay duda que esto podría favorecer su deseo por… / En la actualidad las lecturas rápidas y sencillas son las más recomendables; su trabajo carece de estas características; ése es el único problema / Lo sentimos, en este momento, no estamos aceptando ningún tipo de propuesta / En términos de venta, no creemos que sería factible sacar al mercado un libro de esta índole / No sé cómo le vaya sonar esto, pero la literatura light es la que funciona en estos días; si usted está dispuesto a… / No buscamos innovación; buscamos continuidad; es parte de los parámetros de la editorial / Me temo que su propuesta, como usted le llama, cae en la pretensión; o sea, seamos realistas, observe ese lenguaje rebuscado / Lea a fulano o a mengano, quizás podría hacer un intento y adecue sus historias al estilo de estos; aquí se venden mucho / Ajá, vamos a ver, guatemalteco, ¿eh?... Sí, mire, la verdad nosotros trabajamos más con otro tipo de latinoamericanos, digamos, más cultos y… / Perdone, lo que usted escribe está bien, pero el nombre de su agente literario no aparece registrado, entonces…

Y sin embargo, todo sigue estando bien aquí.

Wednesday, August 03, 2005

extracto carcelario

Octubre 1

Cuando los días son así de largos y no tengo la ocasión de resguardarme de mi existencia, ni tampoco tengo la certeza de poder lograrlo totalmente, me voy directamente al baño. No enciendo la luz, cierro la puerta, la cierro. Allí me veo sentado en el inodoro, inmerso en una oscuridad que satisface mi deseo de aislarme un poco más adentro. Es la misma oscuridad que siempre besa mi sien rasgada.
Batallando contra los bostezos de la noche encerada por insectos, pienso.
De pronto, un mareo inopinado me pone en alerta, mis glúteos están fríos, no voy a evacuar nada, sólo es la costumbre de las necesidades del cuerpo. Entonces el estrés me espina la mollera. Me agacho hasta besarme las rodillas. Es el efecto de las desarrolladas conversaciones del día, de los diálogos con alguien, mismos que a veces duran cinco horas, o seis, según sea su esencia. También las llamadas a larga distancia y los embrollos psicopatológicos; excesos de realidad en dosis venenosas. El desvelo. La burla de todos mis colonos internos.
Luego hay las obligaciones, los impuestos y el tiempo. La cansada felicidad de darme cuenta de que estoy y de que he estado. Mi estómago vacío y mi mente repleta de almas, conjunciones de almas, secretos de almas. ¿Qué querré después de todo? Sé que no voy a dormir conmigo, que sólo dormiré con esta sombra que ando puesta, jamás en reposo, ansiando que el día me descongestione un poco y que la luz no me moleste tanto.
Después del mareo, el humillo de una rala claridad me estorba el trance. Entiendo entonces que es un buen momento para saltar de la cornisa con todos los ideales dentro de una bolsa de papel manila. Abajo no habrá nadie. Es el terruño de las utopías. Y empiezo a oír lo que ninguno oye: la ruptura de los huesos, el desgarro de los nervios, la explosión del cerebro, el desborde de las venas, el picoteo de las aves en mis ojos, el viento que captó la eficacia del instante.
Presto a cabecear, somnoliento, me yergo y avanzo entre la oscuridad hasta la puerta.


© De “Ratario (Conmemoración de los posibles días)”

no lo sé, quién sabe


¿quién vive dentro del centro de quien
sigue ahí porque adentro no sabe quién es
el que desde el centro moldea los adentros
y mortifica a quien cree en él a quien
sin imaginarlo lo sigue a él confía en él y
busca retazos de él mismo en su centro
que a lo mejor no existe y sólo es una
imagen flotante pero jamás aprehensible?